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martes, 23 de agosto de 2011

"Shkval" (Rafaga)


En general, los trabajos de desarrollo de un torpedo de alta velocidad se iniciaron aún en 1963 y, un año después, se realizaron los primeros lanzamientos de sus prototipos en el lago Issyk Kul.

La peculiaridad de este supertorpedo consiste en su velocidad. La velocidad de los torpedos comunes es de 60 a 70 nudos, en tanto que el “Shkval” es capaz de alcanzar una velocidad submarina de hasta 200 nudos (370 km por hora o 100 metros por segundo), que constituye un record absoluto para un objeto subacuático.

No es fácil desarrollar tal velocidad bajo el agua: lo impide la resistencia del medio ambiente que bajo el agua es 1000 veces mayor que en el aire. Por lo tanto, el torpedo “Shkval” utiliza como motores los aceleradores misilísticos. El acelerador de arranque funciona con combustible sólido y tiene una tracción de varias decenas de toneladas, proporcionando al torpedo una velocidad de crucero por 4 segundos y, posteriormente, se dispara de su cuerpo. Acto seguido empieza a funcionar el motor de marcha que es también reactivo y trabaja con combustible hidroreaccionante.

Sin embargo, hasta los motores reactivos no son capaces de superar la resistencia del medio acuático a una velocidad tan alta. El quid del tropedo “Shkval” consiste en el efecto de la así llamada supercavitación. Este torpedo no flota sino vuela en una caverna de gas que produce por sí solo. Es imposible enmascarar el lanzamiento del “Shkval” porque produce un gran ruído y las burbujas de gas suben a la superficie formando un rasgo perfectamente visible.
Los norteamericanos a veces llaman a este torpedo “asesino de los portaviones”. Efectivamente, uno de los objetivos potenciales del “Shkval” es poner fuera de servicio a un portaviones o hasta todo el grupo con éste mismo y los buques acompañantes ( la ojiva de sus torpedos podría ser nuclear).

Es que, pese a la falta de encubrimiento y “la rectitud” de esta arma, es prácticamente imposible huir o protegerse contra este torpedo (y menos aún si se lanzan dos o tres): en 100 segundos de vuelo “subacuático” hacia su objetivo ningún buque ni submarino puede cambiar el rumbo (o al menos reducir la velocidad alcanzada), ni adoptar otras contramedidas. Como resultado, el grado de errores de este torpedo no supera 15 a 20 metros lo que resulta mortal con el poderío tan alto de su ojiva.

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